El impacto de la gestión virtual de la educación en la pandemia
La gestión de la educación en tiempos de pandemia requiere de mucha planificación por parte de los educadores para “identificar qué práctica de enseñanza es viable en cada entorno”, según coincidieron especialistas.
La gestión de la educación en tiempos de pandemia requiere de “mucha planificación” por parte de los educadores para “identificar qué práctica de enseñanza es viable en cada entorno”, al tiempo que, al “haberse resentido en los últimos meses” el contacto personal es necesario que los alumnos puedan “pasar de lo virtual a las aulas de manera fluida”, conforme sostuvieron especialistas consultados por Télam Radio.
Así lo expresaron los expertos en educación Matías Scovotti, Ceo de Educabot y Laura Lewin, en el marco del Día Internacional de la Educación.
Scovotti se refirió a la importancia de pensar los modelos semipresenciales para el ciclo lectivo 2021, los cuales “requieren de mucha planificación por parte de los educadores, quienes tendrán que identificar qué práctica de enseñanza es viable en cada entorno”.
“Además de garantizar el acceso a la conectividad, es fundamental el uso de herramientas de planificación colectiva entre docentes, así como también es prioritario el uso de herramientas de gestión de documentos online, a los cuales les podemos hacer seguimiento sin importar si estamos en la presencialidad o la virtualidad”, agregó.
“A eso hay que sumarle los escenarios en los que los chicos aprenden de manera remota y que no siempre cuentan con los recursos necesarios para hacerlo. En este sentido, todos, los educadores, la familia, los estudiantes, han realizado un esfuerzo enorme por garantizar la continuidad pedagógica”, abundó.
Empero, Scovotti consideró que “es claro que la presencialidad es la que va a marcar el pulso de nuestros sistemas educativos y, también, de los vínculos entre los diferentes actores”.
El especialista agregó que “en función de los escenarios que cada territorio plantee de cara al inicio del ciclo lectivo, vamos a poder ser capaces de poner a prueba los aprendizajes del 2020 en una planificación flexible, que aproveche la tecnología disponible para garantizar los embates de la pandemia y que no impacten tanto en los aprendizajes”.
“También es prioritario el uso de herramientas de gestión de documentos online a los cuales les podemos hacer seguimientos, sin importar si estamos en la presencialidad o en la virtualidad”, añadió.
Otra cuestión importante, dijo, es la generación de actividades sincrónicas y asincrónicas para que cada estudiante sea parte de la misma experiencia de aprendizaje, más allá de si esta semana le tocó estar presencial en la escuela o no, o le tocó algo virtual.
Y tener un registro de esas clases en vivo para que todos puedan recuperar las explicaciones en caso de que las necesiten a través de algún campus o entorno virtual que tenga la escuela.
En este contexto, garantizar el derecho a la educación requiere del compromiso de todos, el Estado, los docentes, las familias, organizaciones del tercer sector y empresas, que nos hemos comprometido de diferentes modos para que el 2020 no sea un año perdido.
Y, si ponemos sobre la mesa tal vez ese compromiso, el 2021 nos va a encontrar junto, con las articulaciones adecuadas para que la escuela siga siendo ese punto de encuentro clave en el desarrollo personal y educativo de nuestros alumnos.
Por su parte, Lewin también se refirió en su diálogo con Télam Radio a la necesidad de que “la educación sea un derecho no un privilegio (…) la calidad de la educación de cada estudiante debe estar garantizada y no puede ser una cuestión de suerte”.
Debido a que el coronavirus cambió el modo de educar, la especialista consideró que “la falta de contacto personal fue lo que más se resintió en estos últimos meses” por lo que “la vuelta a las aulas tiene que ser de un modo combinado, pasar de lo virtual a las aulas de una manera fluida”.
“Hemos visto alumnos despertarse en esta nueva modalidad y poner en juego toda su creatividad para entregar trabajos”, señaló, y siguió:”De ahora en más, el gran desafío será ver qué funcionó y qué no. Ver de qué manera podemos aprovechar esta oportunidad para dar un salto cualitativo a una mejor educación y dar las respuestas a los muchos desafíos que todavía tenemos pendientes”.
La especialista agregó que el “desafío será poner el foco en aprender para que aprobar sea una consecuencia”.
“El foco tiene que estar puesto en más que memorizar respuestas. Los alumnos tienen que poder resolver situaciones, desarrollando de esta manera un pensamiento crítico, creativo y más profundo. La escuela tiene que enseñar a pensar porque a pensar se aprende. Debemos permitirles a los alumnos manejar su propia autonomía”.
Esto significa centrar la atención en ellos, permitirles explorar y aprender de acuerdo con sus propios estilos y fomentar su propia responsabilidad a través de estrategias de resolución de problemas, el pensamiento de diseño, la gamificación, el trabajar en equipo, trabajar de manera interdisciplinaria. Para eso también vamos a tener que repensar la evaluación y repensar las prácticas. No siempre al alumno que le va mal le va mal porque no estudia.
Muchas veces le va mal porque la manera en que el docente enseña o evalúa no está alineado con sus habilidades o su manera de expresar su contenido o la comprensión del tema.
Y de tantas malas notas, algunos chicos terminan pensando que no sirven. En consecuencia, baja su motivación, se frustran, se rinden y abandonan el barco. Y, en este contexto de aislamiento, lo que más padecieron los alumnos y sus docentes, fue la falta de la complicidad que da la presencialidad.La oscuridad de la desigualdad, indicó asimismo, también alcanzó a los docentes.
“La formación docente debe continuar empoderando a sus egresados para que se posicionen como profesionales de la educación, idóneos, entusiastas y comprometidos en lograr la tan mentada transformación educativa”, dijo.
Como profesionales de la educación, nuestros docentes deben desarrollar su tarea bajo determinadas condiciones esenciales: sueldos dignos, infraestructura y edificios adecuados.
Con el desafío de la pandemia, “nos dimos cuenta de que una clase virtual no es solamente una clase presencial a través de una pantalla. Las clases virtuales tienen otra lógica, otros tiempos y, por supuesto, otras necesidades. Y en ese trabajo el foco no sólo estuvo solamente en enviarles a los alumnos tareas para mantenerlos ocupados, sino que fue necesario generar condiciones para que los chicos pudieran pensar, analizar, reflexionar, debatir, aplicar, crear e integrar todo lo aprendido”.
Los directivos, en este escenario, también de incertidumbre y aislamiento, van a tener que darle respuesta a esta situación construyendo equipos idóneos para no sentirse tan sobrepasados, como se sintieron en este año.
Y, por último, hablar de las familias. Para hacerle frente a la virtualidad del aprendizaje, algunos chicos necesitaron más apoyo que otros. Y en esta modalidad, lo que aprendimos es que no se debe reemplazar a los docentes, pero sí acompañarlos.
La gran pregunta que nos queda es ¿habremos aprendido lo suficiente para comenzar la gran transformación de la educación?
Así que me parece, bueno, que se viene una gran revolución, una gran transformación en la educación, en donde vamos a tener que comprender el concepto de aulas sanas. Un aula emocionalmente armónica va a ser el escenario ideal para ganar y para generar el aprendizaje.
Fuente Télam